Pues si Paul Éluard dijo aquello tan sabio y rotundo de "La poesía es algo absolutamente necesario aunque me gustaría saber para qué", imagínense lo que diría de un ensayo sobre poesía: "Este libro es absolutamente innecesario y por tanto polémico, inevitable, posmoderno y personal". Si la poesía, Homero dixit, es un virus troyano programado para alterar el disco duro de la imaginación colectiva y un poeta es un explorador o un señuelo lingüístico que se envía por delante para tratar de localizar los campos de minas, un ensayo es una resonancia semántica del cuerpo poético que nos ha tocado en suerte y nos muestra de qué adjetivos cojeamos y de qué sustantivos andamos escasos. La poesía como moneda no mercantil, expulsada de la lógica del mercado y por tanto suelta, promiscua, disponible y viajera. Fuera del mercado pero invadiendo las nuevas geografías virtuales. Poetas con afanes similares de independencia y ruptura, surgidos sin contar con una plataforma o programa común, y que expresan sus intuiciones sobre asuntos de gran relevancia: la subjetividad construida por los medios de comunicación, los avances tecnológicos y científicos, la globalización, etc.- elaborando nuevas propuestas bajo una certidumbre extraña. Una convicción en buena medida ajena a criterios de repercusión social o económica: la certeza de que el arte verbal mantiene su vigencia en la era postindustrial como un reflejo primordial de la experiencia humana. No spam. Agregar a favoritos.