La palabra coraje deriva del latín cor, que literalmente significa «corazón». En sus orígenes, el término describía la cualidad de ser fieles a nuestro corazón, a nuestra esencia, a lo que en verdad somos. Esta singular acepción refuerza una idea presente en casi todas las tradiciones, a saber: que es precisamente el hecho de vivir desde nuestra mismidad, desde nuestro centro esencial, «encorazonados» por así decir, lo que nos dota de la fuerza necesaria para afrontar todo lo que la vida tiene para ofrecernos.
Estas páginas describen de qué manera podemos abrirnos camino hasta nuestro corazón, ser fieles a él y vivir entonces sostenida y perdurablemente desde el poder de nuestra esencia, desde nuestro coraje interno, desde nuestra fuerza interior.