Como muchos compañeros de generación, Bill Bryson creció fantaseando con ser un superhéroe: provisto de una
vieja sudadera con un rayo sobre el pecho y una toalla atada al cuello, patrullaba su casa y su vecindario, saltando
altos edificios y derrotando a villanos y malandrines (e imbéciles) -en su imaginación- como "El chico centella". Bill
Bryson recrea la vida de su familia y de su ciudad natal durante la década de 1950 en toda su trascendente normalidad.
Era una época feliz, en la que coches, televisores y electrodomésticos (por no hablar de las armas nucleares) ganaban
en número y tamaño con cada año que pasaba, y en la que el tabaco y la lluvia radioactiva provocada por los ensayos
nucleares se consideraban inocuos. A un tiempo tierno y desternillante, Aventuras y desventuras del chico centella,
está a la altura de cualquiera de los maravillosos libros que Bill Bryson ha escrito hasta la fecha y encandilará a
quienes en algún momento fueron niños.