Fritz Lang fue uno de los mayores visionarios de la historia del cine, un director que conjuró un mundo mítico en Los nibelungos y construyó un futuro fantástico en Metrópolis. Su Dr. Mabuse representó al loco emblemático de la Alemania de Hitler.
En M, el vampiro de Düsseldorf exploró los abismos de la depravación humana.
Tras rechazar un pacto fáustico con Joseph Goebbels para convertirse en el cineasta oficial del Tercer Reich, se fue a Hollywood, donde encontró una segunda vida profesional explorando el lado oscuro de América, y sus propios demonios internos, en películas magistrales como Furia, Sólo se vive una vez, La mujer del cuadro, Perversidad y Los sobornados, todas ellas indiscutibles clásicos del cine negro. También dejó su huella en el western, con La venganza de Frank James, Espíritu de conquista y Encubridora, así como en el cine de aventuras, con Los contrabandistas de Moonfleet.
Lang tenía una bien ganada fama de sádico y obsesivo en el plató. Su comportamiento recordaba a muchos de los que trabajaron con él al mismísimo Adolf Hitler. Pero el director vienés fue, por encima de todo, un rebelde. Adoptando el punto de vista de los personajes marginales y desfavorecidos, todas sus películas tratan sobre la lucha del hombre contra un universo hostil, unas fuerzas ajenas a nosotros que determinan nuestra vida y nuestro destino en formas que no podemos predecir ni modificar.