La tarde se anunciaba en verdad interesante, una de esas tardes maravillosas que existen sólo para poder pasarlas en un dulce y larguísimo far niente hasta llegar a cansarse deliciosamente de la propia pereza. Por supuesto, tal bienestar no se alcanza porque sí, sin planes ni preparativos, echándose en posición horizontal en cualquier lugar. No, queridos míos. Ello precisa de una actividad que lo preceda, tanto intelectual como física. La holgazanería, como se dice, hay que trabajársela.
Una historia de Andrzej Sapkowski ilustrada por los Gallego Bros.