Cuando en 1528 se publica en Basilea «El Ciceroniano», Erasmo de Rotterdam es ya el humanista y filólogo conocido en toda Europa, respetado por los papas, consejero de los principales monarcas y contrario a Lutero y la Reforma.
«El Ciceroniano» ocupa una posición muy particular en la obra erasmiana. Forma parte de su dedicación retórica, pero la clave religiosa también está presente. El pensamiento retórico-estético, la motivación religiosa y el resquemor contra el humanismo paganizante amparado por el papado se entrelazan en el diálogo de «El Ciceroniano».