Kira está en Decia, el país de sus enemigos, como cautiva. Ha sido llevada allí para impedir que su pueblo, Hydra, use sus dones mágicos en la guerra contra los decios. Porque ella es la Reina de Cristal, capaz de dominar a voluntad las aguas. Y lo peor es que todo es culpa de Edan, el único hombre del que Kira ha estado realmente enamorada. Él la ha ofrecido a su hermano el rey Kadar, quien la ha convertido en su prometida. Para ella no puede existir una humillación mayor, y sin embargo… hay algo que le impide odiar a Kadar. Quizá, con lo que ninguno había contado era con la interferencia de sus sentimientos en este juego de poder y política. Amor y odio pueden ser dos caras de la misma moneda.