Los caminos de la mar a Santiago de Compostela nos revela una forma distinta de ver el Camino: desde el mar, desde la perspectiva de aquellos intrépidos viajeros que afrontaban los peligros de los viajes marítimos con la única finalidad de orar ante los restos del santo apóstol, custodiados en Santiago de Compostela. Procedian de todos los puntos costeros de Europa. En los puertos de Portugal, Italia, Francia, Inglaterra, Alemania, Holanda y los países nórdicos tenían su origen; su bagaje, la fe cristiana que invadía la sociedad en la que vivían; su medio de transporte, los barcos y navíos que desde antiguo surcaban, por un lado, un océano tan peligroso como el Atlántico y, por el otro, un mar tan conocido como el Mediterráneo. Todas las naves confluían en un mismo lugar, Galicia, y con un mismo objetivo: lograr la intercesión del apóstol.Las peregrinaciones influyeron notablemente en el arte de nevegar, tal y como en la Antigüedad lo habían hecho el comercio y las conquistas de nuevos territorios. Santiago y su símbolo más universal, la concha venera, fruto del mar, son buena prueba de ello.