Jonás nada cada mediodía y cuando comienza a encadenar brazadas, al otro lado de las vidrieras de la planta de arriba del pabellón unas sombras esbeltas parecen observarlo. La natación es el vínculo de Jonás con su vida anterior: casi no ve a sus padres, divorciados, y no tiene más familia. Una mañana queda con su padre, un inspector de policía jubilado, que le cuenta que su madre ha desaparecido: lleva dos meses sin contestar al teléfono, ha ido a su piso y lo ha encontrado vacío aunque sin signo alguno de violencia o desorden. Simplemente no está. A partir de entonces, Jonás comienza a escuchar historias similares sobre gente que desaparece: hombres y mujeres, niños y ancianos esfumados de pronto, mientras la ciudad sigue manteniendo su apariencia de normalidad. Tras su incredulidad inicial, decide buscar a su madre, mientras va descubriendo su propio miedo a desaparecer. Una inquietante novela de raigambre kafkiana sobre el vacío y el sentido de pérdida de la vida contemporánea. «Una plácida e inquietante novela» (J. A. Masoliver Ródenas, La Vanguardia). «Lo que comienza como una leyenda urbana avanza hacia la mirada sobre una sociedad atemorizada donde se confunden las identidades y se pierden valores… Es fácilmente identificable el carácter kafkiano de estas páginas, pero no se halla menos presente la huella de Beckett o de Brecht, como ejemplos artísticos del absurdo como categoría moral y denuncia civil. Con una acertada combinación de relato policíaco, intriga de ciencia-ficción, reflexión metafísica, crítica de las costumbres, utopía futurista e introspección psicológica de los personajes se construye un entramado narrativo sólido y eficaz, ameno e inteligente, exponente de una inquietante y fecunda novelística» (Jesús Ferrer Solà, La Razón). «Jonás, fotógrafo de prensa de vida solitaria, es el protagonista de la nueva novela de Joaquín Pérez Azaústre, Los nadadores, una indagación de perfil existencialista en los caudales de vacío de la vida contemporánea. Lo urbano y lo simbólico, la fragmentación de la identidad y la tiranía del recuerdo confluyen en un relato de inquietantes texturas… Jonás se está quedando solo (más aún) porque las personas de su entorno desaparecen. Es el eje argumental de un relato que expande su onda de misterio a partir del despliegue de unas sinuosas estrategias de opresión y extrañamiento, un poco entre Kafka y David Lynch… Con una sutil minuciosidad en la descripción de lo doméstico y lo habitual que remite a Muñoz Molina y una clave de poesía oscura que conecta con el mejor Paul Auster. Los nadadores emerge como radiografía severa y paradójica de un tiempo que impone las más feroces formas de soledad que el hombre ha conocido» (Alfredo Asensi, El Día de Córdoba). «Con Los nadadores, Pérez Azaústre da un giro en su narrativa, influenciada por los mitos literarios y sus sombras, y nos ofrece una historia poética con respiración David Lynch… Podría ser también una novela sartriana sobre el ser y la nada, pero más bien es una novela kafkiana acerca de la angustia, de las amenazas invisibles… Tiene también un aliento baudelaireniano en el tratamiento del anonimato, de la expropiación de la vitalidad y de bajada al infierno, simbolizado por la enigmática Cueva de la Luna… Su mayor acierto es cómo indaga en la diferencia entre observar la vida propia o la de los demás y luchar por sobrevivir en un mundo alienado, aunque sea nadando a contracorriente, respirando a favor de la vida» (Guillermo Busutil, La Opinión de Málaga). «Joaquín Pérez Azaustre (Córdoba, 1976) es un poeta de raza y el mejor novelista de nuestra generación… Los nadadores es una novela atmosférica y extrañamente hipnótica escrita con un rigor verbal que elogia la precisión, la minuciosidad, el fraseo largo, las metáforas de alta resolución y la sed de sentido… Se diría que es una novela de misterio, pero no empleando el término en el sentido de Conan Doyle y Agatha Christie, sino en el sentido de Dostoyevski cuando el autor ruso nos enseña que existe un enigma en el vivir que no cabe dentro de lo que se entiende por normal, pero mantenerse al margen de ese misterio es un poco quedarse fuera de la vida misma. La forma de mantener la intriga que el autor ha empleado en esta novela no es la de dosificar la información sino, en la estela de Kafka, ir insuflando en quien va leyendo paulatinas dosis de desinfectante angustia…. He aprendido mediante esta novela con fraseo de Blues, que si uno no se pone retos y lee libros exigentes jamás consigue nada y que el ritmo de los bestsellers miente sobre la vida» (Luis Artigue, Diario de León). «Una excelente novela, una intriga inquietante, un desolador relato que tiene mucho de generacional… Los nadadores es literatura para paladear como esos whiskys con los que se deleitan los protagonistas, sin prisa alguna, dejando reposar cada palabra, adentrándonos en su paisaje de terroríficos contornos. Porque, sí, algo de novela de terror tiene también este relato» (Daniel Serrano, Diarioabierto.es). «Algo de Kafka, y algo de Lynch, y algo de Auster, aletea sobre Los nadadores» (E. Gancedo, Diario de León).