«No duermo bien. Casi no duermo. Sueño que voy a la universidad y liquido a la gente con un kalashnikov. Sueño que lanzo granadas por la ventanilla de mi coche. Sueño que disparan contra mí. No he podido ir a un médico de verdad, porque aquí tienes que estar asegurado o pagar a tocateja, así que fui a un tal doctor Cyrus, un médico voluntario del campus, y me recetó sedantes, que tomo como caramelos.
Dice que tengo un trastorno de estrés postraumático. Dice que las pastillas son solo una solución a corto plazo y que, para mejorar realmente, necesito situar mi experiencia en un marco más amplio, un marco que me ayude a darle sentido a todo. Fue él quien me dio la idea de escribir unas memorias. Le pregunté qué debía escribir para que esa terapia diera resultado y dijo: ?Escríbelo todo.? Le pregunté por dónde debía empezar y dijo: ?Empieza por el principio.?»
«Todo» es, desde luego, un singular conjunto de recuerdos, confesiones y ficciones; humorística evocación de la infancia en Bosnia y despachos atroces de una Tuzla sitiada. Cartas llenas de angustia a la madre sobre la vida en el nuevo mundo, fragmentos desde el exilio firmados por un tal Ismet Prcic, esquirlas de alguien llamado como él.
Espléndida novela de formación, testimonio veraz y perturbador de una guerra, Esquirlas es también es un libro de autoayuda, al menos para la primera persona que lo escribe. Porque contarlo «todo» previene la locura. Pero también puede convocarla.