Ash Thompson es una leyenda. Ash Thompson es «Galante Ash», porque una vez trepó a un árbol para socorrer a una dama y desde entonces inspira canciones bélicas que se cantan alrededor de las hogueras. Ash Thompson besa a mujeres con la boca sabor baya de tilo, caza ardillas mientras el coronel fuma, y pisa cadáveres de los dos bandos en el campo de batalla.
Ash Thompson es una mujer. Una de las 400 que se disfrazaron de hombre para luchar contra la esclavitud en la guerra civil americana durante la década de 1860. Ash Thompson se llama Constance y lleva en el bolsillo de su guerrera la foto del marido que la espera en su granja de Indiana. Allí también dejó el recuerdo de una madre muerta que le cambiaba el final a los cuentos. «Ve. Ve y descubre lo que eres», le susurra aún ahora.
Tanto Ash Thompson como su creador, Laird Hunt, uno de los escritores contemporáneos favoritos de Paul Auster, están cansados de historias de guerra donde «las mujeres son santas y ángeles y los hombres son valientes y nobles muchachos». Todo es más duro. Y más confuso. Ella es valiente y también tiene miedo. Por eso se repite, una y otra vez, que no va a echar a correr. Nunca.
«Laird Hunt me dejó sin respiración desde la primera página de ?Neverhome? hasta la última. Magnífico.» Paul Auster