La era Heian, que se inició el año 794 con el traslado de la capital nipona a Kioto, supuso la primera eclosión de la literatura japonesa, circunscrita hasta entonces a la expresión en chino. La literatura de Heian, «la Ciudad de la Paz», circuló en ámbitos predominantemente femeninos, entre un público que leía diarios y memorias y gustaba del intercambio de poemas y acertijos. En ese contexto aparecieron algunas de las obras maestras de la literatura nipona: La novela de Genji, de Murasaki Shikibu, y El libro de la almohada, de Sei Shonagon, escritas por mujeres cultas que formaban parte de la corte imperial y disponían de formación y tiempo para la escritura.
Sutiles evocaciones de libros leídos, paisajes contemplados, sueños y prodigios; exquisitos trajes de seda y delicadas maneras; el amor, el placer, la alegría y la espera, la vida en su transcurrir, lo público y lo íntimo: ésa es la materia femenina de estos deliciosos diarios de caligrafía suave, cuajados de poemas de una belleza deslumbrante, que, justamente por tratar de lo que aparentemente no importa, mantienen su vigencia tantos siglos después.