Formada por algo más de doscientos poemas escritos a lo largo de tres décadas, reunidos ahora en Animal impuro, la obra poética de Adolfo García Ortega es tal vez menos conocida que sus novelas, pero resulta igualmente definitoria de los valores que sustentan su propuesta literaria –"literatura verdadera", como ha precisado Justo Navarro– y señala un itinerario singular, muy valioso en el panorama de su generación. Se alternan en ella el fluir de la memoria, los tonos conversacionales, las vivencias cotidianas, los escenarios cosmopolitas y los retratos u homenajes en clave culturalista, al servicio de una voz narrativa que trata del amor o de la muerte, de la identidad o de la experiencia del viaje, tema central de su poética en el doble sentido de huida o de búsqueda. "Leyendo Animal impuro –ha escrito Martín Casariego–, uno concluye que a su afortunado autor, sea quien sea, aún no le ha llegado esa inevitable mañana en la que te despiertas para no tener ya sueños nunca más. Mientras, nosotros seguiremos disfrutando de esa bellísima y honda impureza".