Un ensayo filosófico cuyo punto de partida son los flujos migratorios actuales como espacio ejemplar para analizar las formas de luchar contra el fanatismo y la apatía de las sociedades contemporáneas.
Nada es más frecuente en las sociedades contemporáneas que el miedo y la indiferencia hacia lo extraño. Parecemos incapaces de desechar los prejuicios que impiden cuestionar los relatos discriminatorios que nos separan. Sin duda, buena parte de la decadencia de la vida pública tiene raíz en la poca disposición para ponernos en el lugar del otro.
«Un acto de hospitalidad no puede ser sino poético», dice Jacques Derrida en el epígrafe de este libro, cuyo punto de partida es una premisa fundamental: la imaginación es un acto de resistencia política en tanto que suscita el traslado, esto es, la posibilidad de experimentar significativamente la vida de los otros. Hay que tener en cuenta este poder para hospedar e implicarnos con cuerpos e historias ajenas si queremos combatir la barbarie y esa idiotez que nos aísla de lo público.
La propuesta de esta obra es decisiva: para revertir algo del descrédito de la política debe prestarse atención a aquellas narrativas que nos sensibilizan contra el abuso de poder, el racismo, el fanatismo, el dolor de los demás. La vida en común nos exige cultivar ese simulacro que revela la individualidad y las condiciones sociales de personas con otra ideología, religión o cultura.
Otros autores han opinado:
«De Enrique Díaz Álvarez cabía esperar este paso: hábil montador de historias en el cine, se ha trasladado al ensayo y propone una literatura de resistencia ante los discursos invasores. Un libro muy sugerente, creativo, absolutamente recomendable.»
Enrique Vila-Matas