En una ciudad sin mar de la que parece imposible escapar, desaparece gente. De noche. Gente de la noche que no le importa a nadie, porque a nadie le importa nada en la ciudad. Un bar. El bar de Lola, donde a veces suena jazz y a veces disparos. Un flautista de paso que solo consigue tocar sus maravillas sentado en el váter. Un policía que escribe poemas con la misma brutalidad con la que apalea detenidos. Una hermana pequeña y perversa. Un borracho residente y sin convicción, al que llaman el Poe, porque solo llegó a ser medio poeta. Y un erudito en el arte de caer, encadenado a esa barra y a ese bar, tan cansado de equivocarse, que confía sus decisiones a las cerillas. Y las cerillas también se equivocan, pero al menos tiene a quien echar la culpa. Una noche en la que no va a ocurrir nada, y ocurrirá de todo.