La producción de westerns en Europa nació en España hacia 1962 como una esforzada imitación de los modelos hollywoodianos. Pero, a raíz del éxito de Por un puñado de dólares, fueron los italianos quienes remodelaron completamente el género desde una perspectiva iconoclasta que conectó enseguida con un público joven que ya no se creía a los inmaculados cowboys y sus gloriosas hazañas. ¿Qué ofrecían los casi 600 westerns rodados a orillas del Mediterráneo entre 1964 y 1978? Antihéroes de nombres tan improbables como Django, Sartana o Sabata; peripecias extremas que combinaban la violencia exacerbada con un humor cínico que nunca aclaraba quiénes eran los buenos y quiénes los malos (aunque los banqueros jamás pertenecían al primer grupo); soluciones visuales tan barrocas e hiperbólicas como los fondos musicales?; y, entre los extras, el único western realizado por una mujer y el, también único, beso en la boca entre dos feroces pistoleros.