Wanja Valeska era un soldado que no quería serlo. Su sueño era tener un caballo blanco, un Valek. Durante toda su vida, un tanto solitaria, soñó con conseguirlo hasta que un día apareció un caballo blanco singular. El anciano Wanja Valeska le pidió que se quedara con él, que fuera su único y mejor amigo. Su deseo se cumplió y murió. Durante diecisiete días todos lloraron, pero apareció el zíngaro Jarosch con su violín negro y todo cambió. También para Valek, que amaba el violín y decidió seguir los pasos de Jarosch.