Cuando la tía Victoria le dijo a Jacobo que tenía algo raro, marcó su destino. Y cuando a los 6 años le diagnosticaron «gonfletes», se confirmó su sino fatídico. Así, todo lo que el chico se propone acaba en un enredo descomunal. Hasta que un día, Jacobo decide que no está dispuesto a quedarse sentado a ver cómo la vida pasa por delante de él y toma la decisión de hacer el Camino de Santiago, como tantos otros peregrinos a los que ve pasar por Can Fran, su pueblo. Lo que no sabe es que el Camino le tiene preparada más de una sorpresa.