Dos máximas rigen la trayectoria de Okuda San Miguel tanto artística como personalmente: su espíritu positivo y su afán de auto-superación. Le mueve su pasión por crear; necesita crear para ser feliz y sentirse realizado, y con sus obras intenta dar lugar a pequeños cambios a mejor en quien las observa.
Viajar, conocer nuevos lugares y sus gentes, transformar espacios con su arte dejando una parte de sí mismo en ellos, es lo que le hace levantarse cada día.
Para Okuda el arte, aparte de romper fronteras entre culturas y religiones, está hecho para sentir: la función esencial del arte tiene que ser transformar a quien lo vea.
Así, su obra plantea contradicciones y metáforas sobre la existencia, la multiculturalidad, la identidad, el sentido de la vida, la libertad; mostrando el conflicto entre la modernidad y nuestras raíces, entre naturaleza y sociedad, invitando a la gente a hacer su propia reflexión.
Por todo ello Okuda plantea un libro con una estructura de 11 capítulos, que parten de diferentes símbolos que nos encontramos habitualmente en su obra, explicados según su perspectiva vital para que puedan ser trasladados al imaginario del lector y puedan generarle reflexiones sobre su vida y su día a día.