Si en Los hilos de infantil sus autoras apuntaban a los veinte hilos o constantes que deben estar presentes en la praxis educativa, en El latido de un aula infantil fijan los diez ejes temáticos que hay que abordar en esta etapa educativa, vinculando siempre su cotidianidad con la escuela. Que los pequeños descubran quiénes son y cómo son, qué hacen, qué cuidan, qué pasa a su alrededor, qué comen, qué los (con)mueve, qué pueden aportar a la comunidad y hacia dónde van. Preguntas básicas, elementales, pero no simples, puesto que son las que se plantea cualquier persona adulta cuando quiere explicarse ante sí misma o ante los otros. Lo sorprendente es que estén borradas de la faz de los desarrollos curriculares. Así, en esta publicación se recogen más de un ciento de latidos (experiencias de vida) organizados bajo epígrafes que hacen referencia al conocimiento de uno mismo desde distintas facetas: como individuos, como personas, como familiares, como ciudadanos, como consumidores o como activistas culturales, ambientales y sociales.
Porque el hilo conductor de la didáctica infantil no puede ser ni el arte, ni la música, ni la literatura, ni las emociones, ni las áreas, ni las competencias, ni las matemáticas, ni la lengua. El verdadero eje debe ser el conocimiento de uno mismo y de los demás, del lugar que habitamos y de lo que en él sucede.