El Camino de Santiago es un fenómeno mundial eminentemente religioso, pero también histórico y, sobre todo, sociológico, pues un alto porcentaje de los caminantes que hoy día recorren sus sendas lo hacen buscando una espiritualidad individual más que cristiana. De él se ha dicho y escrito de todo y se han analizado con lupa científica sus más diversos aspectos, pero nunca se le había dado voz para que pudiese contarnos sus vivencias acumuladas a lo largo de los siglos.
Los cientos de miles de peregrinos que cada año transitan sus diversos trazados lo hacen ajenos a los relatos que esconden sus rincones, ignorando que al caminarlo, como las gotas de un río, pasan a formar parte de una eternidad que pervive continua desde hace mil doscientos años.
Más allá y más arriba convierte al Camino en narrador para que sean sus palabras, labradas con el cincel del tiempo, las que nos transporten a través de los siglos a revivir momentos históricos, épicos, pero también íntimos y humanos de los protagonistas anónimos y conocidos que le han dado vida.
Aún hoy, los peregrinos siguen usando el saludo medieval «ultreia», a lo que se responde «et suseia», cuyo significado es «más allá y más arriba».