Resulta difícil presentar a Karl Lagerfeld, el más mediático de los diseñadores de moda. A pesar de su exposición pública como responsable de Chloé, Chanel, Fendi y su marca homónima, a lo largo de su vida jugó al despiste e inventó una mitología personal con el objetivo de guardar celosamente su privacidad y rodearse de un halo de misterio. El rostro de una fascinante esfinge que Marie Ottavi descifra al hilo de las declaraciones de aquellos que lo conocieron más de cerca y que nos hablan de la determinante influencia de su madre; de su gran amor, Jacques de Bascher, o de su antigua amistad/rivalidad con Yves Saint Laurent.
Figura inabarcable que puede recordar a otros ilustres titanes alemanes, con facilidad para el diseño y voluntad de acero, Lagerfeld supo adaptarse a su época, doblegarla y reinar sobre ella.