«Debe de haber muchos como él viajando en el transporte público de Nueva York. Un proceso de divorcio, la añoranza por la madre muerta, la frustración profesional o un embarazo que no se produce son transportados de una punta a otra de la ciudad en apenas media hora. Al menos una decena por tren. Y pasa un convoy cada tres minutos, veinte cada hora, doscientos cuarenta al día en cada sentido, que multiplicados por veinticuatro líneas escupen ciento quince mil quinientos veinte padecimientos transportados en una jornada de servicio sin que nadie haya reparado en ello». Con una voz narrativa precisa y serena, David Aliaga nos sitúa frente a hombres y mujeres que cargan con su dolor y sus pecados en silencio. La exploración del fracaso que acomete articula una obra en la que cada cuento complementa el significado de los demás para acabar componiendo una perspectiva poliédrica de la derrota del ser humano frente al estilo de vida contemporáneo. «Muy al estilo Hemingway. Parece que no pasa nada y está lleno de simbolismo. Muy bueno». Ginés S. Cutillas, escritor «Alguno de estos cuentos podría mezclarse en una nueva antología de Carver y costaría al más perspicaz de los críticos detectarlo». David Vidal, periodista