¿Qué fue lo primero que motivó al hombre prehistórico, refugiado en la oscuridad de sus profundas cavernas, a recurrir al reino de los espíritus? ¿Y por qué la fe ha prosperado desde entonces, empujándonos a reflexionar sobre el cielo y el infierno, el pecado y la redención y, sobre todo, los dioses?
La religión refleja nuestras más altas esperanzas y nuestros peores temores. Y tanto si usted es creyente como si, al igual que Matthew Kneale, posee la perspectiva de un no creyente que admira la capacidad del hombre para crear e imaginar, no cabe duda de que ha dado forma al mundo en que vivimos.
A medida que han cambiado nuestros sueños y pesadillas también lo han hecho nuestras creencias. De los chamanes a los sacerdotes aztecas, de los budistas a los cristianos, los dioses que creamos han evolucionado y mutado con nosotros.
La fe ha sido la más épica labor de invención del hombre. Se ha convertido en nuestra más íntima compañera y ha seguido a la humanidad a lo largo de los continentes y a través de las épocas. Esta es su historia.