El amor humano, con todo su esplendor, no es sino el reflejo de un amor mayor, de ese Amor del que todo amor procede. Cuando el Cantar de los Cantares celebra las bodas del rey Salomón con una mujer extranjera, el Espíritu Santo, verdadero autor de la Sagrada Escritura, lleva nuestro espíritu hacia otro rey, otra esposa, y otras bodas. Y si ese mismo Espíritu nos ayuda a leer sus versos, un desposorio real celebrado hace miles de años se convertirá en ventana abierta hacia unas bodas eternas.
Salomón es Jesucristo. La esposa es la Iglesia, es la Virgen María, es el alma. El tálamo es la Cruz. La bodega es el Calvario… Todo está allí, y todo sucede hoy, para quien abra sus oídos a la Palabra de Dios.