La cebolla ha ocupado un lugar de honor en la farmacología y la terapéutica. Durante siglos, esta humilde hortaliza, una planta vivaz y bulbosa (Allium cepa L.), ha servido para tratar el asma, la cistitis, la diabetes, la hidropesía, la hipertensión, las jaquecas, el reumatismo, la tuberculosis, las fiebres tifoideas y otras muchas dolencias. Se sabe que en casos de depresión física o nerviosa tiene una acción reconfortante casi inmediata. Contiene unos componentes activos han puesto de relieve que se trata a la vez de un alimento energético y de un medicamento altamente protector. Al igual que el ajo y el limón, la cebolla es un eficaz equilibrador glandular, un activo agente antirreumático y antiescleroso, un fortificante general y un alimento natural especialmente indicado para avivar y fortalecer las defensas naturales del organismo.